HISTORIA DEL ARTE

Arquitectura

La extensión del islam supuso la revitalización de la vida urbana, pero con un sentido muy diferente al que habían tenido las ciudades en el mundo antiguo. El extenso territorio dominado por los seguidores de Mahoma combinaba el nomadismo y el comercio caravanero con una densa red de ciudades que servían para la distribución de productos pero que eran también centros políticos, religiosos y culturales. En este proceso, muchas antiguas ciudades romanas, como Damasco o Córdoba, vivieron nuevos periodos de esplendor. Otras, en cambio, fueron creadas en lugares de importancia comercial o militar. Un caso especial fue el de Bagdad, capital de los califas abasíes, que, diseñada en forma círculo, constituía un símbolo político de la fortaleza de la dinastía reinante.

En términos generales, la ciudad islámica es muy distinta a la grecorromana: Los espacios públicos (foros, ágoras, teatros, circos, etc.), que tanta vida habían dado a las urbes de Grecia y Roma, desaparecen. La ciudad está constituida ahora por un conglomerado de creyentes que tienen su casa y la mezquita como espacios principales. Los lugares públicos de las ciudades islámicas eran los siguientes: o Los baños públicos (hammam), herederos de las termas romanas. o El mercado (zoco). o En las ciudades, comerciales el caravasar, edificio con patio destinado a albergar las caravanas de paso. El urbanismo islámico presenta una trama irregular, con calles estrechas y sinuosas, a menudo sin salida (adarves). Desde la visión occidental, puede parecer caótico pero tiene su lógica: la calle no es lugar de encuentro sino mero lugar de tránsito.

Las partes principales de una ciudad musulmana son las siguientes:

Un centro, la medina, en la que se sitúan la mezquita mayor, los edificios del poder y el principal mercado de productos de lujo (la alcaicería). Alrededor de la medina, se sitúan los barrios o arrabales. Solían tener sus propios muros y gozaban de gran autonomía (mezquitas, zocos, baños y cementerios propios).

Toda la ciudad estaba rodeada por una muralla dotada de las correspondientes puertas de acceso. Estas puertas, dobles y en recodo para facilitar la defensa, tenían además valor militar y monumental. Algunas ciudades tenían, cerca de la misma pero fuera de las murallas, una ciudadela palatina y militar (un ejemplo perfecto es la Alhambra respecto a Granada).

Estas ciudadelas eran centros de poder pero reflejaban también desconfianza hacia la población, protagonista con frecuencia de motines que ponían en peligro la autoridad. Pero, sin duda, la unidad básica de la ciudad era la casa, considerada por los musulmanes como fortaleza cerrada de la intimidad de la familia.

Con este planteamiento, lo importante es el interior, dominado por un patio que sirve para distribuir los espacios. Las habitaciones son pequeñas y destinadas a distintas funciones.

Pintura

La primacía del mensaje de Mahoma sobre el mensajero en el Islam conlleva que se desarrolle la escritura como motivo decorativo (la epigrafía). De ahí la tendencia anicónica latente en el Islam desde los primeros momentos. La representación de humanos, animales o cualquier otro sujeto figurativo está prohibida dentro del Islam, para que los creyentes no se conviertan a la idolatría, de ahí que sea difícil encontrar representaciones religiosas figurativas dentro de la cultura musulmana. Esto motivó, a su vez, un gran desarrollo de motivos geométricos y vegetales con un grado de abstracción cada vez mayor que, junto a la epigrafía, definirán la ornamentación en el arte islámico.

La actividad pictórica se vio así reducida a los arabescos, principalmente abstractos, con configuraciones geométricas o pautas florales o vegetales. Muy relacionada con la arquitectura y la caligrafía, puede verse ampliamente usada en la pintura de azulejos en las mezquitas o en las iluminaciones alrededor del texto del Corán y otros libros. De hecho, el arte abstracto no es una invención del arte moderno sino que se encuentra presente en culturas preclásicas, bárbaras y no occidentales desde hace siglos y es esencialmente un arte aplicado o decorativo.

A pesar de este tabú, algunos países islámicos cultivaron una rica tradición pictórica, no de manera aislada, sino como compañera de la palabra escrita. Así, el arte iraní o persa, conocido ampliamente como miniatura persa. Además, se conservan representaciones de figuras humanas y animales, particularmente en la cerámica.

La pintura islámica está muy ligada al conocimiento de las matemáticas; todos los motivos geométricos de la ornamentación se extraen de una fórmula del polígono. Las figuras geométricas se transformaban en números que, mediante repeticiones, determinan cadencias.

En el despliegue de los arabescos aparecen figuras centrales que son puntos de partida o de llegada de las líneas por complicados caminos, lo que da un efecto rítmico. No hay nada de caprichoso en los caminos de las líneas, todo depende de un criterio de unidad derivado de la idea de un solo Dios.

 

Escultura

Prácticamente no hay arte de la escultura pero las realizaciones de objetos de metal, marfil o cerámica alcanzan con frecuencia una alta perfección técnica. Existe también una pintura y una iluminación en los libros sagrados y profanos.